La
exposición al ruido
blanco continuo sabotea
el desarrollo de la región
auditiva del cerebro que,
en última instancia,
puede deteriorar la adquisición
de la audición y
del lenguaje, según
indican investigadores de
la Universidad de California,
en San Francisco.
Según
los científicos,
las ratas jóvenes
usadas en su estudio fueron
expuestas a un ruido blanco
constante que es semejante
al ruido creciente y aleatorio
que los seres humanos encuentran
en el medioambiente de hoy
en día. Teorizan
que sus resultados podrían
ayudar a explicar el aumento
observado en las últimas
décadas en el número
de trastornos de desarrollo
que causan disfunción
del lenguaje.
Los
investigadores, entre los
cuales se encontraba el
estudiante de medicina becario
del Instituto Médico
Howard Hughes, Edward Chang,
y el profesor de otolaringología
de la Universidad de California
en San Francisco, Michael
Merzenich, publicaron sus
resultados en el número
del 18 de abril de 2003,
de la revista Science.
A
pesar de que la rata no
es un modelo perfecto para
el desarrollo auditivo humano,
permite que investiguemos
la función fundamental
de la experiencia sensorial
temprana del desarrollo
auditivo mamífero,
dijo Chang. Por ejemplo,
sabemos que la exposición
de ratas infantes a estímulos
específicos de sonidos
puede inducir cambios representacionales
duraderos en el cerebro.
Otros investigadores han
demostrado que existen paralelos
llamativos en seres humanos
y otros animales.
Aunque
experimentos realizados
anteriormente han demostrado
los efectos importantes
que puede tener la experiencia
visual en el desarrollo
del cerebro de animales
y seres humanos, Chang dijo
que se han publicado muy
pocos experimentos comparables
que exploren los efectos
de la experiencia auditiva
temprana estructurada sobre
el desarrollo cortical.
La
experiencia auditiva es
claramente un factor importante
en los seres humanos para
el aprendizaje de la lengua,
dijo. Aprendemos a hablar
y leer mediante nuestra
sensibilidad a los sonidos
del habla que se oyen durante
las primeras etapas de la
vida.
Por lo tanto, Chang y Merzenich
diseñaron experimentos
en los cuales criaron ratas
infantes en un ambiente
con ruido de fondo continuo
y moderado, el cual, a pesar
de que es no perjudicial
para la audición
periférica, era lo
suficientemente alto para
enmascarar los sonidos ambientales
normales. Luego utilizaron
métodos electrofisiológicos
para calibrar la organización
de la corteza auditiva en
esos animales, al igual
que en los animales control
criados en un ambiente auditivo
normal.
La
técnica de mapeo
consistió en el registro
de las respuestas de las
neuronas de la corteza auditiva
a una variedad de sonidos
a los que los animales anestesiados
fueron expuestos.
Gracias
a trabajos anteriores sabíamos
que la corteza auditiva
de la rata experimenta normalmente
un desarrollo muy dramático,
específico y progresivo?,
dijo Chang. Durante el primer
mes de vida, se vuelve mucho
más específica
y se ajusta a distintas
frecuencias y a patrones
temporales de sonido. Sin
embargo, los cerebros de
los animales criados con
ruido no alcanzaron los
estadios básicos
de desarrollo auditivo hasta
que fueron tres o cuatro
veces mayores que los animales
normales, dijo.
Pruebas
adicionales sobre la maduración
de las ratas criadas con
ruido demostraron que sus
regiones auditivas siguieron
siendo plásticas
continuaron reorganizando
su circuito neuronal en
respuesta a la exposición
únicamente a estímulos
auditivos, mucho después
de que los cerebros de ratas
normales hubieran dejado
de rehacer su patrón
de conexiones nerviosas.
Sugirió que se había
extendido un periodo crítico
para la plasticidad cerebral
basada en la exposición.
Realizaron experimentos
suplementarios a largo plazo
que demostraron que aunque
el desarrollo auditivo estaba
atrasado en las ratas expuestas
al ruido, maduraba hasta
alcanzar niveles los normales
de un adulto una vez que
los animales eran removidos
del ambiente ruidoso. Y
además, observaron
que esos efectos de la plasticidad
consolidados durante el
período crítico
extendido persistían
en el futuro, sugiriendo
que esta exposición
era, en efecto, crítica.
Chang
resumió que es como
si el cerebro estuviera
esperando algunos sonidos
claramente estructurados
para continuar su desarrollo.
Y cuando finalmente los
consigue, su influencia
es muy grande, incluso cuando
el animal es mayor.
Chang dijo que los resultados
sugieren que hay dos caras
de la misma moneda. El lado
negativo es que estos resultados
sugieren que el ruido puede
tener efectos devastadores
en el índice del
desarrollo del cerebro.
Enfatizan la importancia
de exponer a los niños,
especialmente a aquellos
en riesgo, a las características
variables de los sonidos
del habla para que su desarrollo
auditivo sea normal. El
lado positivo es que nuestros
resultados indicarían
que el largo del tiempo
de tratamiento que tales
niños necesitan para
ponerse al día puede
ser más largo.
Según
Chang, la necesidad de exposición
a sonidos estructurados
subraya la importancia de
una terapia especial para
niños con trastornos
que podrían afectar
el proceso auditivo.
Hay
muchas conexiones entre
las neuronas del sistema
auditivo que van desde la
cóclea hasta la corteza,
donde se transmite la información,
dijo. Y además del
ruido ambiental, un número
de trastornos adquiridos
o heredados podría
potencialmente degradar
la señal en cualquiera
de estos puntos, enmascarando
la entrada sensorial. A
partir de estos resultados,
teorizamos que, por ejemplo,
trastornos tales como las
epilepsias focales o los
defectos en la mielinización,
podrían afectar la
fidelidad de esta señal,
interrumpiendo el desarrollo
normal de la corteza auditiva.
Una combinación de
elementos externos e internos
sería altamente perjudicial.
Chang estudiará si
los seres humanos con trastornos
de desarrollo tienen niveles
más altos de ruido
en sus sistemas auditivos.
Tales estudios, dijo, podrían
conducir a pruebas de diagnóstico
y de predicción.
Si supiéramos que
un niño tiene susceptibilidad
al ruido, podríamos
intervenir para enriquecer
la experiencia acústica
del niño para fomentar
un desarrollo auditivo y
lingüístico
más normal, dijo
Chang.
18
de abril de 2003
Fuente:
http://www.hhmi.org/news/chang-esp.html
del
Instituto Médico
Howard Hughes
Imprimir